Gordura y Acoso

El acoso o bullying, como se le dice en inglés, no es un hecho aislado que le pasa a un niño cuando pelea con otro. El acoso tiene características específicas: se repite a lo largo del tiempo, su función no es la de reírse con, sino la de reírse de la otra persona y humillarla. Tiene que ver con ejercer poder sobre el otro. Con dominarlo.

De acuerdo a la Dra Jennifer Fraiser, autora de ‘Enseñándole a los bullies que hay tolerancia cero en el patio o en la clase’, las cicatrices mentales que deja el acoso se ve, literalmente, cuando se hacen resonancias magnéticas del cerebro (MRI) en niños que han sido acosados. Es interesante destacar que la forma en que se ve como el cerebro difiere de uno normal, es la misma que se ve en niños que han sido abusados física o sexualmente.

Cuando el acoso tiene que ver con la belleza física, o lo que se percibe como falta de, por ejemplo, en el caso de la gordura, el daño hecho dura toda una vida. Los efectos son baja autoestima, posible depresión, ansiedad. Algunos de los pacientes que trato que fueron acosados por ser gordos mantienen su auto imagen como personas gordas, hayan o no, perdido peso. En el fondo sienten que la gordura de la infancia es imposible de quitar. Como si ser gordo fuera algo malo, un defecto. Como sociedad debemos asegurarnos de que no haya acoso, sea cual fuere el peso del niño en cuestión.

Individualmente y como sociedad debemos aceptar y entender que los cuerpos, todos, vienen de fábrica, en distintos tamaños. Como la altura. La cantidad de grasa que tiene una persona en su cuerpo está mayormente determinada por la genética. Cada vez más, la ciencia nos demuestra que dos personas pueden comer lo mismo y metabólicamente, cada cuerpo lo digiere de forma diferente. Sabemos, por ejemplo, que en los intestinos hay bacterias, que hasta hace muy poco no teníamos claro para que servían.

Parecen ser un factor importante en el metabolismo de cómo se queman las grasas. Debemos empezar a ver belleza en los distintos tamaños de la gente. ¿Por qué nuestros niños o jóvenes eligen con tanta naturalidad y tan rápidamente el tema del peso para acosar a otra persona? Desgraciadamente, les enseñamos, a diario, que ciertos pesos son buenos y otros no. No mostramos tolerancia ni aceptación cuando de peso se trata. Sin embargo, todos sabemos que bajar de peso no es sencillo, incluso cuando comemos poco. Sabemos también, que incluso si bajamos de peso, lo volvemos a subir, ¡rapidísimo! Esto significa que nuestros cuerpos están predeterminados a que su peso mantenga un cierto rango. Pero la biología no sabe de modas o de lo que es, o no, socialmente aceptado.

La solución al problema del acoso es simple: Aceptar que los cuerpos son distintos de tamaño. Crear un contexto en el cual niños y adolescentes de distinta masa corporal sean parte del día a día. Que los veamos en revistas, programas de televisión, en cine y publicidad. La otra parte de la solución radica en crear una atmósfera de aceptación en los colegios. El colegio debería ser un lugar en el que los niños sepan que su cuerpo es aceptado sea cual fuere su tamaño; que fuere cual fuere su peso no van a ser discriminados. Necesitamos empezar por los mayores: que no se discriminen entre sí por temas como quien es gordo o quien es feo.

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