Preparándonos para el año que llega.

La gente, enfrenta el final del año y el comienzo de otro de distintas formas. Algunos hacemos listas de metas y proyectos. Otros no. Muchas veces, los pacientes en el consultorio me preguntan qué es mejor y qué deben hacer.

Veamos qué sucede en la vida real de las personas. Un grupo termina el año con metas loables para el futuro; conquistándose a sí mismo, acabando con sus fallas personales y sus desaciertos va a convertir al 2020 en un año fantástico.
El segundo grupo no tiene listas. Ni metas. Más bien fluye con la vida y el devenir.

No es que hacer listas o fluir sin un propósito pre-establecido estén bien o mal per-se, contesto cada vez que me lo preguntan. A mí personalmente, me encantan los inventarios claros. Me dan un norte primero, y luego, la sensación de haber cumplido con lo que deseaba.

El fluir por otro lado, me hace sentir libre y llena de posibilidades; fantástica la sensación. Me encanta también. El problema surge cuando nos atrincheramos en una sola de las posturas. Esto sucede cuando un grupo no hace nada porque no tiene norte, y el otro no hace nada porque el contenido de su registro es tan titánico que se le hace imposible cumplirlo.
Mis sugerencias: Si hacés una lista, dividí cada objetivo en partes más chicas. Que te sean manejables.

A veces uno se impone una meta demasiado general o ambiciosa. Un ejemplo es ir al gimnasio. Acudir a tal recinto puede quedar anotado en la página de Metas para el Año Nuevo solamente y nunca convertirse en una actividad. Es porque la meta es tan acobardante que no logra despegar de un pedazo de papel, a veces por el total de los 12 meses, o más. Sin embargo, estacionar el coche a media cuadra de donde vamos, o subir un piso por día durante una semana puede ser un objetivo más manejable, menos trabajoso y desalentador.

En vez de escribir HACER DiETA como un propósito monolítico, decidí que vas a probar el sabor de una fruta natural cada tantos días. O que vas a tomar agua en una de tus comidas. Si te impones listas de cosas difíciles de hacer, terminas desilusionada, con baja autoestima y sin lograr nada de lo que te propusiste, y peor aún que cuando empezaste.

Por ello es mejor acotar tu lista y llevarla a cabo solo por una semana. Al cabo de la misma, revisas cómo te fue. Al fin y al cabo, no hay una regla que diga que tu lista deba cumplirse durante el 2020 entero. Nadie dice que no puedas hacer un nuevo registro o modificar el que hiciste cuando a vos te apetezca. Porque la lista es tuya y los deseos también. Por eso los objetivos deben responder a tus posibilidades reales, y a cómo te va durante el proceso de cumplir con lo auto pautado.

Acordarse que el que abarca mucho aprieta poco. Acortando, acotando, haciendo porciones manejables, podrás ser a la vez, alguien que hace listas y alguien que no las hace. Qué paradoja! Y por qué? Porque Las grietas generalmente no sirven. Asumir que uno es totalmente fluido y que otro es totalmente rígido, cuando de listas se trata, paraliza más que impulsa al movimiento. Por eso, fraccionar y revisar tus metas es un proceso qué, a la vez que te da un marco, te brinda flexibilidad.
Fíjate cómo te va, y obviamente, déjame tus comentarios para que todos aprendamos de tu experiencia.

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